EL INICIO DEL FINAL

10 de septiembre 2027 Llega a mí el sonido aturdidor de una alarma, giro mi cabeza hacia mi celular me percato que en su parte posterior pone “Ensamblado en China” lo que me transporta inmediatamente al año 2020 donde por causa de una pandemia proveniente de dicho país, la población mundial tomó un giro inesperado, fueron largos meses de cuarentena, donde cada minuto pasaba con la tranquilidad de un año, la muerte era lo que más se escuchaba mencionar donde por suerte esta no toco mi familia, regreso a mi habitación, giro mi celular y su pantalla me informa que son las 6:00 de la mañana, todo me parece muy extraño y silencioso, un vago recuerdo llega a mí, anunciando que es mi cumpleaños. Una sonrisa adorna mi cara, Esta con la ilusión que vendrán a mí, muchas felicitaciones. La dulce voz de mi madre entre cortada por la nostalgia de saber que su hijo, (su chiquito) como aún suele llamarme sin importar la edad que tenga, está cumpliendo sus 28 años. Levantó mi cuerpo de la cama, la alivianes de este me intriga, sin embargo, me dirijo hacia el baño, reflejo mi cara en el espejo y mi rostro se ve demacrado, pálido y se puede apreciar que mis pómulos se adornan por El Fuerte color oscuro que acompañan mis ojeras, de dirijo hacia la ducha, pero todo está muy frío el ambiente se siente denso.

Salgo de mi habitación con la ilusión de encontrarme con un desayuno especial hecho por mi madre como lo solía hacer, el abrazo de papá acompañado de un “feliz cumpleaños hijo” con su voz gruesa y cansada, mi hermana con sus cartas hechas a mano, expresando ahí un largo poema dedicado a su “hermanito” como toda la vida me ha llamado. La ausencia de todo esto me parece extraño no obstante continúo con la moral intacta y con la idea que quizás están escondidos y más temprano que tarde saltaran de golpe con el popular “Sorpresa” pero no fue así. Salgo de mi casa rumbo a la oficina donde trabajo, ¡soy arquitecto! por allá a mediados del año 2022 me gradué. enciendo mi carro y me dirijo hacia allá, irrumpe el pensamiento de: ¿Por qué está todo tan solo? Continuó mi rumbo hacia la oficina, cuando de repente la luz de un semáforo marca la luz roja y de repente mi vista se llena de emoción al ver dos ancianos cruzar la calle, la felicidad que me invade es indescriptible al observar detenidamente que dichos ancianos son mis abuelos, grito “Abuelo, abuela” a lo que nadie responde, continuo mi rumbo con un nudo en la garganta y lágrimas en los ojos al recordar que mis abuelos llevan más de 15 años fallecidos.

Por fin después de un largo tiempo, llego a la oficina, parqueo mi carro, entro en el edificio y empiezo a trabajar en un nuevo diseño. Pasan las horas y me percato que en la oficina también me encuentro solo. El frío es quien me acompaña desde que abrí los ojos temprano en la mañana, llega a mí el recuerdo que la gente no suele trabajar los domingos y si, hoy es domingo, empieza a tomar un poco de sentido por qué la soledad de las calles, sin embargo, me queda el sin sabor del saber: ¿Dónde está mi familia, Mis amigos y demás?


Continuó trabajando en mi proyecto, Cuando el sonar de mi celular anuncia una llamada que lleva por nombre “Cliente Jamundí” Atiendo la llamada y escucho de mi cliente decir te envié la ubicación, ven para que veamos un futuro proyecto, a lo que respondo en una hora estaré por allá, buen día.
Salgo del edificio hacia el parqueadero, entro en mi carro y me dirijo hacia dicho lugar, tomo la vía Cali Jamundí, pero a 50 kilómetros la ubicación me hace girar hacia la derecha, ingresando hacia estas coordenadas tal y como la aplicación lo dice, pero todo es muy raro puesto que dicha ubicación da Justo en el cementerio metropolitano del sur.
Me estaciono, llamo a mi cliente, pero no atiende, la ubicación insistía en seguir la ruta, en mi afán desmedido y consternado por los sucesos que habían pasado, decidí seguir la ruta, la cual me ingreso hasta aquel cementerio y me direcciono hacia un lugar muy dentro del ya mencionado cementerio donde se podían apreciar 3 personas. En mi búsqueda del cliente, me acerqué y al instante pude reconocer, a mi padre, mi madre y mi hermana, estaban ahí con globos y lágrimas en sus ojos, celebrando el cumpleaños a una lápida que llevaba mi nombre. y si, ahí estaba yo haciendo parte de esos millones de personas fallecidas por dicha pandemia en el año 2020.